Piensas cuando tu voz se adelgaza
que talvez te ame lo que es fiel a tu alma
tras la luz del tiempo y el caos de mi alma
por la sed que a mi vida amenaza.
Y lo creo en el fin, que apenas existo
seguido del silencio de la nada
y en esa frialdad mal intencionada
a la deuda de tu carne desvisto.
Te soñé en mis brazos y llena
de la duda de perder y no ser feliz
como a otras, atrae la luna ajena.
Es un sueño nada más, el amarte
y rogaros que no me hagais infeliz
pues no faltan los claveles que darte.
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